sábado, 13 de abril de 2013

LA CRÍTICA AMBIENTAL A LA EDUCACIÓN


Es importante aclarar desde el principio, que lo que llamamos educación ambiental tiene varios horizontes de interpretación y, acorde con estas orientaciones, se generan diferentes metodologías de enseñanza. Las tendencias ecologistas proyectan el proceso educativo como un engrandecimiento del curriculum, abarcando así los procesos ecosistémicos. La perspectiva tecnológica se enfoca en la capacitación de las habilidades técnicas que logren corregir los impactos sobre el medio. La economía neoclásica ve la educación ambiental como una agregación en el curriculum, de las externalidades, con el fin  que los efectos sobre el ambiente se exterioricen en el estudio del mercado. La posición del ambientalismo político recae en la necesidad de hacer una innovación profunda de los métodos científicos y educativos para la cimentación de una sociedad alternativa.

La crítica ambiental al sistema educativo, permanece y profundiza los análisis del marxismo y las corrientes funcionalistas. Coleman y Jenks habían demolido, dentro de la más estricta técnica empírica, el mito de la educación como apoyo de la democracia. Las desigualas sociales no se explican por la educación; ésta ciertamente se explica por el sistema de competencia económica. Los sistemas de elevación social no se apoyan sino en forma minúscula en la capacitación ofrecida por el sistema educativo. Más aún, Bernstein halla que la educación encierra diferentes códigos sociolingüísticos para las diversas clases sociales y que, por tanto, ayuda para perpetuar las diferencias.

El sistema educativo ha pretendido adaptarse a la producción económica, orientado hacia la capacitación de la mano de obra que pretende el desarrollo tecnológico. Ha sido uno de los objetivos más claros de las reformas educativas y de la profesionalización de la educación superior. No se puede indicar, por tanto, que esté de reverso al país. Ha querido ceñirse más bien a los requerimientos de su desarrollo. Sin embargo, este esfuerzo de acomodamiento a la producción económica no ha obtenido los resultados pronosticados. En el campo de la competencia, el papel de la capacitación es relativamente minúsculo. No existe una correlación entre profesión y ocupación. Está definida por distintos criterios y se basa muy poco en la acumulación, o en la correspondencia de los títulos profesionales. Lo que Collins llama “la espiral inflacionaria de títulos académicos” no es, por tanto, fortuito. Tampoco lo es la progresiva desocupación profesional, que en América Latina ha venido aconteciendo en forma alarmante. Al parecer, el sistema educativo está hecho para conservar los desniveles sociales y no para superarlos.


La crítica marxista, por su parte, se ha interesado por descubrir el curriculum oculto de la educación, que a través de la violencia simbólica practicada mediante el autoritarismo, perpetúa el derecho a la desigualdad (Bourdieu y Passeron). Por otra parte, la tecnificación de la educación universitaria tiene por objetivo mantener la diferencia kantiana entre conocimiento científico y decisión política (Bowles y Gintis). Ello representa una pared para la participación ciudadana, Las decisiones políticas se constituyen secretamente dentro de los estratos sujetados con la orientación del progreso. Todos los políticos parlamentan de participación, pero todos comprenden que ésta debe obtener sus límites para garantizar la organización actual del trabajo.

La crítica ambiental a la educación excava las anteriores perspectivas en dos aspectos primordiales. Ante todo, la dificultad de articular el conocimiento para un diagnóstico interdisciplinario de la realidad. En segundo lugar, el apartamiento del sistema educativo del análisis y la solución de los problemas ambientales, esencialmente de las comunidades marginadas y, consiguientemente, el apartamiento del mundo científico con relación a las realidades cotidianas.

Articulo realizado por: Lorena Benavides Código 2012260078

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